viernes, 20 de abril de 2012

La Roma Renacentista



Renacimiento artístico y el Humanismo en Roma 

El humanismo en Roma se vio influido por el pensamiento común Italiano[1].
Uno de los primeros y más importantes filósofos italianos fue Lorenzo Valla,  pionero de la crítica histórica y filosófica, que, conociendo las lenguas clásicas, pudo leer e interpretar documentos pasados que en ocasiones eran verdaderas farsas. La más famosa fue su crítica a la donación de Constantino[2]. En cuanto al arte, junto con la escuela florentina y la escuela veneciana aparece también la escuela romana. Los artistas más importantes de esta escuela son Rafael Sanzio y Miguel Ángel.

Rafael Sanzio

Aunque vivió poco, dejo una amplia obra que constituye la síntesis de las mejores cualidades de los pintores precedentes, unificada de manera magistral. De Masaccio aprende Rafael a dar equilibrio a las figuras, de Leonardo, la pureza del dibujo y los secretos del difuminado[3]; de Fray Bartolomé la firmeza de la composición. A todo esto, Rafael aportará una gran  riqueza narrativa. Es un gran retratista: Retratos de Julio II, de la Fornaria, Baltasar de Castiglione, etc., dotados de una aguda penetración psicológica. También prolifera en el tema de las Madonas, de un naturalismo idealizado: Madona del Jilguero, Madona de la Silla, Madona de la Paz, La Bella Jardinera, etc. Pero su gran obra serán las pinturas de las estancias vaticanas donde queda reflejado, entre otras cosas, la importancia de los filósofos clásicos para el Humanismo (la Escuela de Atenas).

Miguel Ángel Buonaroti


La obra pictórica de Miguel Ángel es, principalmente, una obra grandiosa, que tiende a lo dramático y exasperado al igual que su obra escultórica[4]. Miguel Ángel trasplanta al campo de la pintura los medios expresivos de la estatuaria. La máxima ilusión de relieve o el gesto patético, caracterizan el estilo pictórico de Miguel Ángel. Su obra maestra, el techo de la Capilla Sixtina, es una majestuosa interpretación del Génesis, en el que se representa a más de trescientas figuras de tamaño mucho mayor que el natural. Años más tarde, en la pared frontal de la misma Capilla, pinto su Juicio Final.
El siglo XVI, señala el apogeo de la pintura renacentista italiana y constituye una de las épocas más brillantes del arte universal. Esta situación es casi obligada, puesto que se juntan en el tiempo y el espacio algunos de los grandes artistas de todos los tiempos como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y Corregio.
Así como Florencia ejerció la homogénea artística en la centuria anterior, ahora es Roma la que irradia al mundo entero el poderoso influjo de estos artistas. Los pintores posteriores se limitaron a seguir las normas trazadas por los grandes maestros.
Únicamente Venecia mantuvo un estilo original, basado en el intenso cromatismo y en una pincelada ancha decidida que buscaba llegar a una especie de vibración luminosa de colores. Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la creación artística de los grandes maestros romanos.

Los reyes de Roma


Los Papas durante la Edad Media habían tenido un poder, en muchos casos, superior al de algunos emperadores y reyes europeos. Esto era así por que el pontífice era elegido directamente por Dios  y delegaba en él todo el poder religioso, era considerado sucesor de San Pedro, vicario de Cristo, primus inter pares dentro de la Iglesia y legítimo interpretador de la biblia.
Sin embargo, en la práctica, sus funciones excedían enormemente las competencias meramente religiosa y dominaba muchos aspectos de la vida secular. De hecho, incluso tenían un estado propio desde  el año 752  que podía competir social, económica y militarmente con otros países de Europa: los Estados Pontificios (mapa pág. 19)
Durante el Renacimiento los papas sufrieron un desprestigio enorme, aparte de por el cambio de mentalidad hacia una sociedad antropocéntrica, por que se dedicaban a satisfacer sus placeres personales y actuaban de manera impropia (lujuria, incesto, etc.).
Los Papas más importantes del Renacimiento fueron Alejandro VI, Julio II y León X.

Alejandro VI

Rodrigo Borgia. Nació en Valencia en 1431 y dirigirá la Iglesia entre 1492 y 1503. Rodrigo fue nombrado Cardenal diácono, un alto cargo dentro de la Curia Romana por influencias familiares (era sobrino del Papa Calixto III) y desde esa posición fue ganando influencias políticas hasta conseguir ser nombrado Sumo Pontífice. Su elección estuvo precedida, lo que ya venía siendo práctica corriente, de negociaciones económicas.
Una vez en el poder, Alejandro VI protagonizó un papado lleno de intrigas, conspiraciones y rumores. Valiéndose de argucias políticas, las guerras que había en la península y las tensiones políticas entre las familias de la aristocracia europea, logro aumentar su poder como Papa. Tuvo cuatro hijos ilegítimos[5] a quienes uso de manera hábil integrándolos en sus juegos políticos. El más trascendente fue César.
Su papado constituye la culminación de los males que venían aquejando al Pontificado, sin embargo, los éxitos políticos en lo referente a la defensa de Italia tapan de alguna manera su trasfondo oscuro.

Cesar Borgia

1498 – 1507. Fue el segundo de cuatro hijos ilegítimos del Papa Alejandro VI. Desde su juventud fue educado para ser miembro de la Iglesia, donde ascendió con una rapidez increíble (con poco más de 20 años ya era cardenal). Pero tras el asesinato de su hermano mayor, Juan, que era capitán general del Vaticano[6], pasó a ocupar el puesto y poco después renunció a sus votos para dedicarse a la vida militar.
Su eficacia militar fue legendaria, conquistó muchos territorios y ganó infinidad de batallas que siempre acababan beneficiando al papado. Aunque en el ámbito privado, al igual que su padre, era considerado una persona fría y calculadora. Le mataron en España con 31 años tras varios combates

Julio II

Giuliano della Rovere, “El Papa Guerrero” (1503 – 1513). Al igual que su predecesor, Alejandro VI, los lazos familiares jugaron a favor de Giuliano a la hora de incrementar su poder dentro de la Curia (era sobrino del Papa Sixto IV). Mantuvo una relación de enorme rivalidad con Rodrigo Borgia, y cuando este fue nombrado Papa tuvo que huir de Roma.
Su apodo se debe a su espíritu bélico. Su comportamiento era más el de un monarca absolutista, maquiavélico y maquinador que el de un Papa.
Mantuvo fuertes luchas, entre otros, con los Borgia, con Venecia y con Navarra.
Impulsó el mecenazgo protegiendo a artistas como Rafael o Miguel Ángel.

León X

Giovanni de Lorenzo di Médici (1513 – 1521). Segundo hijo de Lorenzo el Magnífico[7], fue elegido Papa con tan solo 38 años. Era todo un prototipo de hombre renacentista: culto, amante de las artes y demás placeres de la vida.
León X vivió en su pontificado una de las situaciones más tensas del catolicismo: la reforma de Lutero, por lo que tuvo muchos quebraderos de cabeza en ese sentido teniendo que tomar medidas como la excomunión de éste con la redacción de la bula Decet Romanum Pontificem en 1521.
En la política exterior su máximo logro fue evitar la conquista de Italia por parte de Francia. Sus métodos son discutibles (cambió de bando numerosas veces) pero muy efectivos.
Siguiendo la línea de su predecesor, León X intentó hacer de Roma la capital del arte.

El Saco de Roma


La elección de Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico aumento enormemente su poder en Europa y, por consiguiente, las rivalidades con sus enemigos. Especial mente dura fue su rivalidad con Francia, y con rey Francisco I.  El inicio de las hostilidades se dio en el año 1521, cuando Francia decidió atacar al emperador aprovechando sus problemas con los comuneros en España[8], aunque no tuvo éxito. Otro gran golpe que recibió Francisco I fue la pérdida del Milán por las tropas imperiales, y sus intentos por reconquistarlo fueron en vano. A finales de 1524, el propio Francisco I encabezó un ataque para recuperar el Milanesado, pero fue derrotado y apresado por las tropas españolas. Para recuperar su libertad, se vio obligado a firmar un tratado humillante por el cual se comprometía a entregar el ducado de Borgoña a Carlos, renunciaba a sus pretensiones sobre Nápoles y Milán, y contraería matrimonio con la hermana del Emperador, Leonor[9]. Sin embargo, al llegar a Francia se negó a cumplir los acuerdos alegando que había sido obligado a firmar el tratado. El Milanesado fue devuelto a sus antiguos posesores, los Sforza, bajo la protección imperial.
La influencia obtenida entonces por Carlos en la península itálica fue tan grande que el Papa Clemente VII, junto con los estados italianos independientes[10] formó, junto con Francia e Inglaterra la Liga de Cognac o la Liga Clementina[11]. Atacaron a las tropas españolas situadas en el Milanesado. El emperador respondió enviando las tropas imperiales constituidas por 45.000 furiosos soldados[12] dirigidos por Carlos de Borbón. Los ejércitos se dirigieron hacia Roma y la sitiaron. El general murió durante el asalto, iniciado el 6 de mayo de 1527, y las tropas, sin jefe, se dedicaron al pillaje, a la destrucción y a la violación. El Papa se vio obligado a huir de su palacio y refugiarse en el castillo de Sant’Angelo[13]. Tras una semana de sitio, el Papa se vio obligado a rendirse ante las tropas imperiales. Siete meses después el emperador Carlos le concedió la libertad, tras ceder algunas plazas italianas y realizar el pago de 300.000 ducados para soldada del ejército.


[1] Capítulo 3.2: El pensamiento humanista en Italia
[2] La donación de Constantino era un decreto atribuido a Constantino I según el cual, al tiempo que se reconocía al Papa Silvestre I como soberano, se le donaba la ciudad de Roma, así como las provincias de Italia y todo el resto del Imperio romano de Occidente, creándose así el llamado Patrimonio de San Pedro. Valla pudo demostrar definitivamente en 1440 que se trataba de un fraude de la curia romana a través del análisis lingüístico del texto demostró que no podía estar fechado en la época de Constantino.
[3] El sfumato es una técnica inventada por Leonardo que consiste en dar un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía.
[4] Su David es una escultura de mármol blanco de 5.17 m. de altura. 
[5] Juan Borgia, César Borgia, Lucrecia Borgia (de la que se dice que tenía relaciones incestuosas con su padre y su hermano César) y Jofre Borgia. Todos ellos son hijos de Vannozza Cattanei, la principal de las amantes de Rodrigo Borgia.
[6] César anhelaba el puesto de su hermano, por lo que se ha llegado a decir que le quitó de en medio para obtener sus propósitos.
[7] Lorenzo siempre quiso extender el poder de si familia al Vaticano, y lo consigue al fin con su hijo Giovanni, seguramente a un alto precio económico.
[8] El problema de las comunidades castellanas tuvo lugar entre 1520 y 1521, cuando un grupo de sublevados pidieron al rey el cese del desvió de dinero interno para sus actividades en el extranjero: “...pedir al rey nuestro señor tenga por bien se hagan arcas de tesoro en las Comunidades en que se guarden las rentas destos reynos para defendellos e acrecentarlos e desenpeñarlos, que no es razón Su Cesárea Majestad gaste las rentas destos reynos en las de otros señoríos que tiene...” (Archivo General de Simancas). Estos conflictos terminaron con la derrota de los comuneros en la batalla de Villalar el 23 de abril de 1521 y la ejecución de tres de sus líderes más representativos: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.
[9] Para asegurarse de que el rey de Francia cumplía todo lo acordado en el tratado, mantuvo en cautiverio a los dos hijos mayores de Francisco: el delfín y el duque de Orleans.
[10] Venecia, Florencia y Milán
[11] Hasta entonces, las alianzas internacionales se habían creado con el fin de detener el avance de los franceses, pero el 2 de mayo de 1526, motivada por la acumulación de poderes de Carlos V, se crea esta primera alianza contra la casa Habsburgo.
[12] Hay que tener en cuenta que las tropas de Carlos V llevaban tiempo sin cobrar y estaban indisciplinadas, lo que explica que estuvieran ansiosos de botín.
[13] Hay que destacar el papel heroico de la guardia suiza a la hora de cumplir con su obligación. Los soldados lucharon ante la basílica de San Pedro en defensa del papa, retrocediendo hasta los escalones del altar mayor. De los 150 guardias sólo sobrevivieron 42 pero entre sus enemigos las bajas fueron de 800. Los guardias supervivientes formaron un círculo alrededor de Clemente VII, ayudándolo a escapar a Sant’Angelo. En recuerdo de la heroica defensa de la vida del papa, cada 6 de mayo juran sus cargos ante el papa los nuevos alabarderos y toman posesión los ascendidos.

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